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jueves, 9 de febrero de 2012

El Hierro, pendientes de otra erupción

La isla vive un nuevo proceso de reactivación volcánica

Casi cuatro meses después de que el volcán de El Hierro entrara en erupción en el mar de Las Calmas, a dos kilómetros de la costa de La Restinga y aún activo, la isla canaria vive un nuevo proceso de reactivación volcánica que podría terminar con un nuevo foco eruptivo. Así lo constata el experto en vulcanismo y científico del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Ramón Ortiz, quien asegura que desde mediados de enero la evolución de los seísmos no se ajusta a un "modelo de relajación" del sistema, sino a una reactivación, que va al alza.

Ramón Ortiz rechaza de plano la teoría de los técnicos del Instituto Geográfico Nacional (IGN) que achacan los seísmos a un reajuste tectónico tras la erupción. "Hasta navidades, la sismicidad, que bajó mucho, se ajustó a un modelo de relajación y supusimos que el proceso podría estar terminando. Sin embargo, desde hace tres semanas los sismos han comenzado a crecer. Ya no se ajusta a un modelo de relajación, sino que se está reactivando y sigue la misma pauta que en julio –cuando se inició el proceso volcánico–", asegura este experto en métodos de pronóstico de erupciones. Y los datos van en esta línea. Cada día, desde mediados del pasado enero, se están registrando entre 11 y 15 seísmos diarios, con magnitudes que oscilan entre los 0,6 y los 3,2 grados en la escala de Richter, tanto en el norte como en el sur de la isla. Desde el fin de semana al menos se ha sentido uno cada día. Además, la deformación de la isla de El Hierro continúa siendo elevada, de cinco milímetros. Y la emisión de gases ha vuelto a crecer. "Está claro que la fiesta continúa", señala Ortiz.
A su juicio, la isla del Meridiano se encuentra actualmente en una tercera fase del proceso volcánico. Y es que para Ortiz, en El Hierro se han producido ya dos erupciones desde que comenzara el fenómeno el 17 de julio. Una es en La Restinga, que comenzó en julio y concluyó el 10 de octubre con la apertura de una boca eruptiva en el mar de las Calmas, y que aún está activa pero que previsiblemente cesará su actividad en los próximos días; y otra, en el norte, en el mar, a 3.000 kilómetros de profundidad y de la que sólo se tiene constancia por las señales que registró el sistema. Este segundo ciclo, según este científico, comenzó en octubre –cuando comenzó de nuevo a registrarse sismos de gran magnitud– y culminó entre el 4 y el 11 de noviembre con otra boca eruptiva y con salida de poco material por la presión del agua. "Ahora estamos en un tercer ciclo, que puede que no llegue a nada o que culmine en otra erupción, que puede que sea en tierra o en el mar y que tampoco veamos", explica.
En Canarias, existen casos documentados de otras erupciones en fases, como por ejemplo la de Timanfaya en Lanzarote (en 1730), que duró seis años con distintas pausas y varios focos de emisión. Igualmente, en Tenerife hay constancia de tres erupciones en un mismo año.
Para Ortiz, la duración del proceso depende de la cantidad de magma que esté tratando de subir a la superficie y que, en el caso de El Hierro, es muy elevada. El CSIC calcula que bajo la isla había un kilómetro cúbico –casi 500 kilos de piedra por cada habitante del planeta– de magma, que puede haberse reducido hasta los 800 millones de metros cúbicos gracias a la salida de material por la boca de La Restinga. "No tiene por qué salir todo, pero está claro que lo que aquí hay es una gran intrusión de magma que, desde luego, no se pasea 30 kilómetros de norte a sur para salir por un pequeño foco en La Restinga", señala este experto.
El proceso volcánico de El Hierro no hay que verlo de forma aislada, sino interrelacionado a una serie de cambios de condición que se han producido en la dorsal atlántica y que originan mayor actividad en la zona del Atlántico, tanto en volcanes como en terremotos. La dorsal, que va desde el polo Norte hasta el meridiano 55 Sur, donde se une con la placa Antártica, ha entrado en una "fase de descompresión" que permite una mayor salida de lava y más movimientos de placa. Fruto de ello son las repetidas erupciones que se están registrando en Islandia (hasta dos o tres en un año), así como el repunte de la actividad sísmica en el sur de la Península (terremoto de Lorca), el norte de África, las islas Azores, e incluso en la Costa Este de Estados Unidos, además de la actividad volcánica en el oeste africano.
Según explica Ortiz, fue en el año 2000 cuando el CSIC se dio cuenta de que "algo había cambiado" en la zona de Canarias. Entonces se registró una actividad anómala en el interior de la isla de Tenerife que fue objeto de diversos proyectos de investigación y a la que siguió, en el 2004, la crisis sísmica del Teide, que, según señala Ortiz, "afortunadamente no culminó en erupción". "Todo está en el mismo contexto. Por ejemplo, cuando comenzó el proceso volcánico de El Hierro desapareció la sismicidad en el resto de Canarias. El foco más activo entre Tenerife y Gran Canaria desapareció. ¿Y qué ocurrió entonces? Pues que se produjo un terremoto en la costa atlántica de Estados Unidos y justo al día siguiente, hubo un seísmo sentido en Gran Canaria. Y al día siguiente, se inicia de nuevo la actividad entre Gran Canaria y Tenerife", explica.
La costa del El Hierro, delante de la población de La Restinga, en plena ebullición 
Según recuerda, la última vez que la dorsal atlántica entró en "descompresión" y, por tanto, registró mayor actividad, fue en el siglo XVIII. Entonces entró en erupción el volcán Laki, en Islandia, en 1783, detonante de la Revolución Francesa. Sus cenizas acabaron con todos los cultivos, lo que provocó una hambruna que dio lugar a las revueltas sociales.






Fuente:    lavanguardia

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