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domingo, 5 de febrero de 2012

Tras treinta años, la fiebre de la Luna resurge


Tras décadas olvidada, chinos, rusos y candidatos presidenciales de EE.UU. sitúan al satélite terrestre en el centro de sus planes espaciales


La Luna, otra vez de moda
Archivo

Hace 39 años que ningún humano pisa su superficie. La obsesión por la exploración de Marte la relegó casi al olvido. Sin embargo, la Luna vuelve a estar sorprendentemente de moda. El alto coste económico de enviar un ser humano al Planeta Rojo unido a las dificultades técnicas que conlleva ha originado un repentino sentimiento de humildad entre las agencias espaciales del mundo, hasta el punto de que el satélite terrestre vuelve a ocupar uno de los destinos predilectos en sus planes.
La rusa Roskosmos ya ha anunciado su intención de acometer viajes tripulados a la Luna. Tras una serie de rotundos fracasos en su afán por reverdecer los viejos laureles de la exploración soviética –el último de ellos el fiasco de la sonda Fobos-Grunt-, ha propuesto a la NASA y la ESA trabajar codo a codo para construir una base estable en la superficie del satélite o incluso en túneles bajo ella. De momento, ya planea el lanzamiento de dos sondas hacia los polos lunares con la esperanza de encontrar materiales en el subsuelo que puedan abastecer a los futuros colonizadores. “No queremos que el hombre solo pise la Luna, ahora sabemos que hay agua en las áreas polares, estamos discutiendo cómo empezar la exploración con la NASA y la Agencia Espacial Europea”, afirma el director general de Roskosmos, Vladimir Popovkin.
El ambicioso plan chino tampoco se queda atrás. El país asiático pronto podrá en marcha su propia estación espacial y ya piensa en la Luna como próximo paso. Las autoridades del gigante asiático ya han dicho que tienen la ambición y los recursos necesarios para llevar a uno de sus taikonautas hasta allí. El envío de sondas –que ya se está realizando-precederá la llegada de misiones tripuladas. “El vecino más cercano de la Tierra posiblemente encierre la clave de la subsistencia y desarrollo futuro de la humanidad”, sostienen los responsables de su programa espacial. “La Luna está en proceso de convertirse en un `Nuevo Mundo' de investigación científica para China”, añaden. Su intención declarada abiertamente es la de pisar el satélite antes de 2020.
Y en EE UU hay quien no parece estar dispuesto a que rusos o chinos conquisten un terreno monopolizado hasta ahora por astronautas estadounidenses. La vuelta a la Luna ha entrado con fuerza en el debate por la nominación del candidato republicano a la Casa Blanca. El ultraconservador Newt Gingrich ha prometido crear una base lunar “antes de que lo hagan los chinos”. Incluso plantea que el satélite se convierta en el 51º estado de la Unión. Instalar industria minera o celebrar lunas de miel en hoteles de lujo, todo es posible en la Luna para Gingrich. Escritor además de político, el candidato republicano público en 1984 ‘Window of Opportunity’, una obra en la que ya exponía las bondades de colonizar la Luna. El caso es que de no salir elegido presidente todo apunta a que la NASA mantendrá su actual apuesta por Marte e incluso se inclinará a viajar a asteroides vecinos a la Tierra antes que regresar al satélite.

¿Por qué regresar?

Después de ser relegada al olvido durante décadas, ¿qué interés puede tener el ser humano en viajar de nuevo a su satélite? En primer lugar, según muchos expertos, tarde o temprano la Luna se tendrá que convertir en una plataforma de lanzamiento o de abastecimiento para misiones espaciales hacia otros puntos del Sistema Solar. Dada su menor gravedad, resulta mucho menos costoso en cuanto a energía realizar lanzamientos desde la Luna que desde la Tierra.
Serviría también como ensayo general de cara a futuras colonizaciones en lugares más lejanos. Su cercanía –se encuentra a una distancia media de 384.000 kilómetros- permitiría hacer múltiples probaturas sin necesidad de correr riesgos innecesarios.
Y, cómo no, están también las viejas envidias entre países. Ninguno de ellos, como bien a dicho Gingrich, dejará a sus rivales hacerse con el control de un satélite cuyas posibilidades o beneficios son del todo desconocidos aún. “No quisiera ir a la cama bajo la luz de una luna comunista”, avisó el presidente estadounidense Lyndon B. Jhonson ya en la década de los 60.

 
Fuente:   ABC

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